Junio 29, 2015
Opinión

China, el clima en EE.UU. y una nueva oportunidad

Enrique Erize

Un retraso en el avance de la siembra de soja en EE.UU. por exceso de lluvias ha generado una interesante recuperación de los valores de la oleaginosa en Chicago en los últimos días. Al lunes restaban sembrarse más de 3 millones de hectáreas con pronósticos de lluvias importantes para la semana. Es cierto que la capacidad del farmer estadounidense es tremenda y que pueden dar cuenta de esa área en tres días si el tiempo se acomoda. Pero los pronósticos son preocupantes y ello implica volatilidad y reposicionamiento por parte de los operadores.

En semejante contexto, la tremenda sensibilidad que plantea el balance de oferta y demanda estadounidense (verdadero termómetro de Chicago) ha motivado a los fondos especulativos de inversión a recomprar posiciones vendidas que se ubicaban en niveles récord. Ellos han sido los actores casi excluyentes del rebote en los precios.

Pero la historia no solo pasa por esta circunstancia. El análisis no es tan sencillo. No hay antecedentes en Chicago de firmas comerciales con posiciones compradas como se ha visto en lo que va del 2015. En efecto, las grandes empresas demandantes de materias primas para la producción de alimentos han venido posicionándose ante valores muy atractivos y apostando (coincidimos) que Chicago no estaba muy lejos de los precios piso en el actual contexto internacional. Mantenemos nuestra convicción al respecto. No subestimar la demanda es el primer mandamiento del mercado granario desde que China ingresó a la OMC en diciembre del 2001. El Gigante Asiático es, literalmente, una aspiradora de commodities agrícolas. En soja, ya “tiraron” la toalla hace varios años y va camino a importar 80 millones de toneladas anuales. No tenían opción ni forma de disimular sus necesidades de proteínas. En trigo y maíz, por ahora (sólo por ahora), intentan demostrar autosuficiencia. Pero si bien es justo y necesario reconocer que son eximios negociadores, ya están “mostrando la hilacha” en materia de granos forrajeros. Pasaron de la nada a primeros importadores de sorgo y cebada en dos años. El consumo de cerveza se ha visto duplicado en 10 años al pasar de 22 a 44 litros per cápita (con más de 1300 millones de habitantes) y en sorgo han pasado de importar volúmenes marginales (600 mil toneladas en 12/13) a más de 8 millones de toneladas en 15/16.

La mesa está servida. Sólo falta convencer a las futuras autoridades de nuestro bendito país que somos imbatibles produciendo granos. Que no es cierto que la exportación de productos primarios no contenga valor agregado. Que detrás de los insumos básicos para la producción granaria hay inversiones multimillonarias en genética y biotecnología. Que el sector agroindustrial argentino es el más dinámico y competitivo del mundo. Que es el sector que puede hacer punta para reactivar la economía y volver a dinamizar nuestro alicaído comercio exterior. Que para ello es necesario impulsar la producción y la productividad con políticas acordes con dicho objetivo. Que el actual nivel de derechos de exportación es intolerable y genera una ecuación económica de quebranto insostenible.

¿Como debe actuar el productor argentino ante semejante coyuntura? Insistimos con nuestra receta, acusada de optimista tantas veces. Una vez más, la plaza nos dio la razón. Se trata de utilizar la fabulosa herramienta que significan los mercados institucionalizados de Futuros y Opciones. Ventas con recompra a mayo del 2016 a precio similar y/o venta con compra de Calls posición Noviembre y/o entrega A Fijar con anticipo financiero, etc., etc. Se trata de no convalidar proyecciones de precios que, en nuestra opinión, no son sustentables.