Junio 11, 2016
Opinión

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Diego de la Puente

Casi de forma inesperada y a pesar que ya estaría contabilizado en los actuales niveles de precios el recorte productivo de soja en Argentina y Uruguay, los valores de la oleaginosa en Chicago continúan mostrando importantes subas. Las razones de dicho comportamiento hay que buscarlas en los resabios que están dejando los problemas logísticos en nuestro país, a lo que habría que adicionarle el adelantamiento de algún temor climático en Estados Unidos. En el primero de los casos la tardanza del ingreso de la mercadería al circuito comercial está derivando la demanda hacia otros orígenes. El mejor ejemplo estuvo en la pasada semana, en donde China volvió a adquirir soja en los puertos estadounidenses, el problema es que EE.UU. a esta altura del año se encuentra finalizando su ciclo comercial 2015/16 y, por ende, la disponibilidad del poroto es exigua. El resultado lógico es que si no aumenta la oferta pero sí lo hace la demanda, lo que termina ajustando es el stock final de la mencionada campaña. Esto último no es menor en el mercado de la soja, puesto que ello obliga a que la producción de la temporada 2016/17 necesariamente tenga que ser sin tropiezos y casi perfecta. En el segundo de los casos, que tiene que ver con el clima en Estados Unidos, los pronósticos comienzan a mostrar algún grado de preocupación. Si bien ello todavía resulta muy prematuro, las previsiones para los próximos 8 a 14 días en el cinturón sojero-maicero de dicho país muestran lluvias por debajo de lo normal al tiempo que evidencian temperaturas por encima del promedio. Si bien estas previsiones no tendrían mayor impacto en el estadío actual de los cultivares, los comentarios de operadores y analistas hacen mención a un adelantamiento del verano generando expectativas sobre lo que podría ocurrir “de perdurar esta situación” durante el periodo crítico de los cultivos (julio para el maíz y agosto para la soja).

Así las cosas, el ingreso al momento de definiciones productivas en Estados Unidos, aumenta las expectativas y, por ende, la volatilidad no solo de la soja sino de toda la plaza granaria internacional. A nivel local, las dudas por parte de los productores a la hora de tomar decisiones comerciales, también se incrementan. En tal sentido, el peor error que quizás se pueda cometer en estos momentos es justamente no hacer nada. Lo que tampoco sirve es efectuar estrategias de posicionamiento en donde la flexibilidad brille por su ausencia. La consecución de alternativas comerciales que involucren la posibilidad de acompañar eventuales subas en las cotizaciones, parecieran ser las estrategias más válidas. Nuevamente, y como otrora ocurriera en mercados argentinos desregulados y plazas internacionales volátiles, la utilización de Opciones sobre Futuros (Puts y Calls), se imponen.