Enero 11, 2016
Opinión

Pulseada por soja y trigo a la resistencia

Enrique Erize

Es nuestra costumbre afirmar que la pulseada productores/compradores de soja en nuestro país es ganada habitualmente por los primeros. Muchas veces nos han dicho que semejante afirmación es algo temeraria. Sin embargo, en los hechos, la misma se viene cumpliendo inexorablemente en los últimos años. Ello, a pesar de que la puja es entre de decenas de miles de productores y 10 o 15 compradores. La explicación hay que buscarla en la capacidad de molienda de la industria aceitera en la argentina (68 millones de toneladas por año) y la competencia de la exportación de poroto de soja (muy fuerte y fogoneada por China). Las estadísticas muestran que la industria molturadora ha venido operando sólo entre un 58 y un 63% de su capacidad en las últimas temporadas (a pesar de los récord productivos). Ante la realidad, la industria intenta operar al ritmo de la capacidad de pago de la exportación en plena campaña acumulando márgenes positivos, para luego poder operar a contramargen en el período octubre/febrero. Cubriendo sus costos variables al menos (la famosa contribución marginal positiva). Hace algunos meses detallamos esta circunstancia para animarnos a sugerir que aunque la soja bajara en Chicago, los precios internos no copiarían. Y así fue. Pero hay un detalle adicional que explica la reticencia a vender por parte de los tenedores de soja. Si es cierto que el 60% de las siembras en nuestro país es realizada por inquilinos, no es disparatado pensar que el 90% de la soja pendiente de venta está en manos de los propietarios de las tierras, que en general no siguen los mercados y que venden contra necesidad. El cambio de gobierno y las expectativas (baja de retenciones y ajuste cambiario) colaboraron para exagerar dichas prácticas y probablemente la convicción de un tipo de cambio más elevado (ante salida del “cepo”) completa el cuadro de situación actual. Ahora bien, no hay dudas de que, salvo que ocurran circunstancias que hoy no figuran en el “radar” de los operadores, las cotizaciones de la soja van camino a un escenario con una alta probabilidad de bajas (externas e internas).

El contexto internacional no mejora. Superávit en la ecuación producción/consumo en todos los productos. Firmeza del dólar. Crisis bursátil en China. Petróleo con nuevas bajas. Así las cosas, con fundamentos bajistas y factores externos jugando en contra, a Chicago le cuesta reaccionar. El contexto “expulsa” a los fondos de inversión de los mercados agrícolas y, sin duda alguna, ellos son los que marcan el compás de Chicago en el día a día. ¿Hay algún atenuante a la vista?. Uno es el clima en Sudamérica, en plena definición de rindes de soja en Brasil y Argentina durante los meses de enero y febrero respectivamente. El otro, las expectativas que habitualmente se generan a partir de abril ante el inicio de un nuevo ciclo agrícola en el Hemisferio Norte. No olvidar que la agricultura es como una partida de truco. Cada mano es distinta. Además, es necesario renovar la apuesta productiva año tras año ante una demanda firme y sostenida.

En el plano local, las perspectivas para la soja son las más vidriosas. Se sabía. Nuestro crédito, el maíz, cumplirá con las expectativas de quienes apostaron a él. También era previsible. El caso del trigo es distinto. Los compradores aprovechan una coyuntura de exceso de oferta (carry over de más de 3 millones de toneladas del ciclo pasado) y la presión de la cosecha nueva. Pero convalidar estas cotizaciones es una muy mala decisión. En nuestra opinión, los valores posibles del trigo a medida que avancemos en el calendario serán muy superiores. Nuestro consejo. Esperar sin leer los diarios. Quien tenga calidad puede “soñar” con un trigo de u$s/Ton.200. Si los productores “vomitan” el trigo, la plaza no va a mejorar. Si redoblan esfuerzos financieros para esperar, tendrán su recompensa.