Abril 16, 2021
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Regresan los ROE y la “doble botonera”: Los exportadores de carne deberán pasar el filtro tanto de la ex ONCCA como de Comercio Interior

Los ROE, eliminados por el gobierno de Cambiemos ni bien asumió en diciembre de 2015, fueron una herramienta de control de las exportaciones que se adoptó con el argumento de que había que cuidar “la mesa de los argentinos”.

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Bichos de Campo

Matias Longoni.- Parece que regresa la doble botonera.

 

Para el imaginario popular, el ex titular de la ONCCA y de la AFIP, Ricardo Echegaray, y el ex secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, trabajaban coordinadamente y eran parte del mismo equipo. Falso. Ambos ultrakirchneristas mantenían una gran competencia entre ellos, a punto tal que cuando en pleno conflicto con el campo en 2008 Echegaray copó la ONCCA y comenzó a manejar los ROE para regular las exportaciones de carne y otros alimentos, un Moreno celoso se hizo instalar en su despacho de Comercio Interior una terminal del sistema informático Jauke, desde donde se emitían  esos cotizados permisos de exportación. Era él quien daba el último click.

 

Doble botonera. Para exportar carne, lácteos o granos no bastaba entonces con atravesar los controles de la ONCCA. También había que esperar el visto bueno final que se otorgaba desde la oficina de Moreno, quien de hecho heredó con la UCESCI las funciones residuales de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario, disuelta por Cristina en 2011 luego de que se demostraran resonados casos de corrupción cometidos la troupe de Echegaray.

 

Doble botonera. Para exportar había que agradar a unos y otros.

 

Los ROE, eliminados por el gobierno de Cambiemos ni bien asumió en diciembre de 2015, fueron una herramienta de control de las exportaciones que se adoptó con el argumento de que había que cuidar “la mesa de los argentinos”.

 

Hasta ahora, el gobierno de Alberto Fernández había mostrado rechazo a esas recetas del pasado. Pero en el paquete de medidas que anunció el Gabinete económico hoy para detener la escalada de los precios de la carne, que fue del 75% en 2020 y acumula otro 20% en lo que va de 2021, hay dos decisiones que recuerdan a aquella bendita doble botonera que obligaba a los frigoríficos exportadores a llevarse bien y acatar las órdenes no solo de la banda de Echegaray (que incluso se llevó la ex ONCCA un cierto tiempo al edificio de  la AFIP) sino también a la banda de Moreno, que se rodeó en el Mercado Central de empresarios amigos que echaban a andar ideas disparatadas, como el programa “Carne para Todos”, que terminaban siendo negocios particulares.

 

 

Algunos de esos empresarios también provienen del pasado. Y son los mismos que ahora participaron de esta nueva negociación con Matías Kulfas y Paula Español.

 

Año 2021. Comunicado de prensa del Ministerio de Desarrollo Productivo, que ha timoneado estas negociaciones con la industria de la carne, desplazando casi por completo al Ministerio de Agricultura (esa es otra semejanza con aquellos años fatídicos de Moreno y Echegaray). Informa las medidas que se consensuaron en el Gabinete Económico en materia de precios de la carne:

 

Los anuncios arrancan diciendo que se busca “garantizar el abastecimiento de la carne vacuna a precios accesibles y mejorar el funcionamiento del sector”. Nada más parecido a aquello de cuidar la mesa de los argentinos. El abastecimiento de carne no está en peligro, pues de las 3,2 millones de toneladas producidas se exportaron el año pasado unas 900 mil, lo que equivale al 27%. Se exporta mucho más que antes y eso mete presión a los precios, eso sí. Pero lejos están de faltar bifes.

 

El versito de “garantizar el abastecimiento de la carne vacuna” es prácticamente el mismo que recitó la ex ministra de Economía, Felisa Miceli, en 2007, cuando decidieron crear los ROE (Registro de Operaciones de exportación). En aquel momento, como ahora, se dijo que servirían solo a los fines de “monitorear”. Luego se transformaron en una herramienta para bloquear las exportaciones y liberar solo los embarques de quienes atravesaban el doble filtro.

 

2021, de nuevo. Se informa que “el Ministerio de Agricultura establece mayores requisitos para la exportación de carne vacuna con el fin de generar mayor transparencia y trazabilidad y evitar prácticas ilegales y especulativas”.

 

Sobre este punto, no se sabe todavía la letra chica, pero el único arma que tiene ese ministerio para “establecer mayores requisitos” para los exportadores de carne es el RUCA (Registro Único de Operadores Agroalimentarios), una suerte de padrón general para todas las empresas del ramo. Ese registro depende de la actual Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario, que no es otra cosa que la ex ONCCA renovada en 2016 por la gestión macrista.

 

Todo empieza a cobrar sentido. En los últimos días el gobierno echó de allí a un funcionario de carrera, de reconocida militancia radical, que condujo ese área de gobierno hasta enfrentarse en 2007 con el mismísimo Moreno: Marcelo Rossi, de él se trata, se enfrentó con Moreno  justamente cuando el ex secretario de Comercio K insinuó que debían controlar juntos las exportaciones de carne. Luego fue convocado nuevamente a reconstruir ese organismo por Cambiemos. Duró hasta ahora. Queda claro que empieza otra etapa.

 

El RUCA, capturado ahora por el kirchnerismo, es la primera botonera reflotada, desde donde se pondrían “mayores requisitos” para definir quién puede exportar carne y quién no podrá hacerlo. Ahora, desplazado Rossi, quedó a cargo de un contador llamado Luciano Zarich, que ya dio pruebas de fidelidad a este gobierno al aceptar ser viceinterventor en el malogrado intento de estatización de Vicentin. Zarich tiene como principal padrino político al vicepresidente del Senasa, Carlos Milicevic, un santacruceño que también recuerda las épocas de terror que ya vivió la ganadería. Era el jefe de Gabinete de Javier de Urquiza, el ministro de Agricultura, cuando Moreno y Echegaray comenzaron con el doble comando.

 

 

Agregan los anuncios de hoy, 2021: “Asimismo se crea un nuevo registro de exportaciones de carnes, con intervención de la Secretaría de Comercio Interior del Ministerio de Desarrollo Productivo, a los fines de mejorar el monitoreo de las exportaciones cárnicas y el abastecimiento del mercado interno”.

 

Este nuevo registro no sería nada más y nada menos que la segunda botonera que en 2008 se hizo instalar Moreno en su propio despacho para controlar la evolución de las exportaciones, darle el visto bueno final a las empresas frigoríficas y, de paso, controlar a la banda rival que comandaba Echegaray.

 

En otras palabras, algo muy parecido a los ROE vuelve a estar entre nosotros, aunque la denominación de estos registros sea otra. Habrá que atravesar un doble filtro para exportar. Y en el negocio de la carne nadie es santo: seguramente haya hijos y entenados.

Fuente: 
Bichos de Campo
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